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Exposición de caso: Al mal tiempo, «buena cara».

CASO.

El saber popular extendió durante años la idea de que el castigo era la práctica más eficaz para corregir un comportamiento. Sin embargo, mi experiencia me ha demostrado que los mensajes y las consecuencias positivas resultan mucho más efectivas para cambiar comportamientos inadecuados que el castigo.


Recuerdo un caso en el que trabajar en positivo fue mucho mejor. Llevaba cerca de dos años en mi consulta cuando acudieron Gloria y Juan Carlos. Era un matrimonio joven, pero estaban exhaustos, irascibles y repetían que lo habían intentado todo y la situación les había desbordado. Su hijo Nacho, de 7 años, se estaba comportando de forma desobediente, agresiva y déspota desde hacía meses. Nacho, hijo y nieto único, siempre había recibido ayuda de sus familiares para realizar cualquier tarea, como los deberes del colegio, organizar sus juguetes o lavarse los dientes.


Hacía cuatro meses que Gloria y Juan Carlos habían empezado a animar a Nacho para que hicieran las cosas solo, pero él se negaba o ignoraba las demandas de sus padres y, si ellos insistían, respondía de malas formas, gritando y pataleando. Al final, desesperados, los padres acababan haciendo las cosas por él o haciéndolas con él.


Tras la evaluación inicial, comprobé que las conductas de Nacho podían modificarse. Mi propuesta consistió en reemplazar el sistema de contingencias, es decir, cambia las consecuencias positivas que Nacho obtenía cuando se comportaba mal. El trabajo necesitaría la colaboración de todos, así que cité a Nacho y a sus padres.


En un primer momento, pasaron solos Juan Carlos y Gloria y les solicité que redactaran una lista con las conductas de Nacho que querían modificar, que fueron: aceptar y cumplir una orden, ducharse solo, hacer solo los deberes y responderles de manera respetuosa.


A continuación, debían asignar una puntuación a cada una de esas conductas. Otorgaron 5 puntos a casi todas, excepto a la de aceptar y cumplir una orden, a la que concedieron 10 puntos, ya que era la situación que más malestar provocaba. De esta manera, cada día Nacho podía conseguir 25 puntos (175 puntos a la semana). Los domingos Nacho podía canjear sus puntos por premios.


Después invitamos a Nacho a pasar y le explicamos que, desde aquel día, la convivencia debía convertirse en un juego en el que, si era obediente, podría obtener muchos premios. Le pedimos que hiciera una lista de premio que quería conseguir si cumplía las condiciones que habían puesto sus padres. Nacho asignó una puntuación a cada premio: acostarse un día 15' más tarde, 10 puntos; ver un día los dibujos 30', 20 puntos; cenar un día una pizza elegida por él, 40 puntos, e ir al cine en fin de semana con sus padres, 80 puntos.


A continuación le explicamos cuáles eran las conductas y cuántos puntos le valía cada una. Después, las organizamos en una tabla repartidas en los días de la semana. Por cada jornada en la que realizara las conductas adecuadamente, se dibujaría en la tabla una carita feliz. Los puntos conseguidos se sumarían y se irían acumulando.


Al final de la semana, Nacho los podría canjear por sus premios. Asimismo, pedí a los padres que, durante todo el proceso, elogiaran y felicitaran verbalmente a Nacho cada vez que tuviera una conducta correcta. Además, podían darle un beso, chocar las manos o abrazarlo.


Nacho mejoró notablemente y en poco tiempo les di el alta. Las personas respondemos mejor al refuerzo que al castigo. Cuando las cosas nos van mal, lo importante es aprender de todo aquello que nos pasa y ponerle al mal tiempo buena cara.



PARA REFLEXIONAR.



1. ¿Por qué crees que la conducta de Nacho cambió cuando comenzó a obtener refuerzos positivos?

Porque cuando los padres se plantaron, se percató de la necesidad de independencia surgida y el tener que romper con lo aprendido hasta el momento: 'seguro que si me cojo un berrinche, me libro'. Los refuerzos positivos, está demostrado que, son la mejor manera de convivencia y desarrollo de cualquier ser, por eso, pegar a un niño, un animal, un compañero, es, ademas de innecesario, un acto incorrecto y malévolo. Los refuerzos positivos constituyen la base a partir de la cual, uno puede evolucionar a mejor, ya que hacen ver y recapacitar sobre aquellos hechos de los que somos autores y tenemos que estar orgullosos.


2. ¿Cómo te sientes cuando alguien reconoce lo que has hecho bien? ¿Crees que ese reconocimiento ayuda a que sigas esforzándote en tus tareas?

El reconocimiento, visto como re-conocimiento, es decir, recordar el matiz de algo, en este caso positivo, suele generar cierta satisfacción en una persona cuya autoestima se encuentre dentro de los estándares de lo que la sociedad etiqueta como 'normal'; es un plus, una palmadita en la espalda, es algo que agradecer. Sin embargo, si está sobremedida, únicamente aumenta el ego provocando actitudes soberbias. Mientras que, si la autoestima es ínfima, entran en colisión los comentarios recibido con las ideas malignas ya asentadas, descartando lo novedoso y hundiendo a la persona por pensar que mienten y pierde más confianza.

El reconocimiento ayuda a potenciar el mantenimiento del nivel o incluso a mejorarlo, aunque sea, al menos, a no bajarlo.




3. ¿Cómo aprendes?

Mediante la experiencia, tanto propia como ajena. Experiencias buenas y malas que construyen a la persona y la hacen crecer en todos los ámbitos.

Personalmente, como mejor aprendo, por mucha rabia que me dé, es equivocándome, es decir, estoy viva y no dejo de errar, como todos; el problema es que, debido a mi susceptibilidad, me lo tomo demasiado en serio, llegando, incluso, a hacerme daño y dándole demasiada importancia a sucesos que no la requieren. A fin de cuentas, el aprendizaje auto-impuesto es el mejor: ¿por qué? Porque te interesa, te atrae, lo ansías y sacas tu faceta más luchadora que se enfrenta a las negativas. Como dicen en el último párrafo del caso: 'Las personas respondemos mejor al esfuerzo que al castigo. Cuando las cosas van mal, lo importante es aprender de todo aquello que nos pasa y ponerle al mal tiempo buena cara.'; el castigo es un reproche que desmotiva, mientras que, si se acoge el refuerzo de manera coherente, será un incentivo para el cambio. Aunque, no estoy de acuerdo con que al 'mal tiempo' haya que ponerle 'buena cara', empezando porque para mí, el 'mal tiempo' es maravilloso, y, bueno, no veo necesario el hecho de, frente a algo que no nos gusta, no toleramos o no nos haga sentir bien, tener que aportar lo positivo de nosotros, si no sale natural, ¿para qué forzarlo? Únicamente, existen momentos en los que el 'mal tiempo' merece una 'mala cara', y dejarnos sentir la incomodidad del momento mientras aprendemos de ello.

2016, Paula Pérez Rojas. Creado con Wix.com

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