Somos... ¿Seres humanos o seres inhumanos? ¿Dónde nos quedamos en la evolución? Somos aquellos capaces de destrozar su hogar, capaces de hacer llorar exclusivamente a quien ha estado apoyándonos y capaces de no darnos cuenta hasta que quizás es ya demasiado tarde. Somos aquellos que hacen llorar a su planeta; seguimos apuñalando nuestra existencia. Casi.
¡¿Qué coño nos pasa?! Estamos aquí, sin hacer nada, leyendo unas cuantas letras que una iluminada ha reunido para quejarse, cansada de ver que somos unos asesinos: asesinos de pueblos, asesinos de especies, asesinos de hechos, asesinos de palabras, asesinos de relaciones, asesinos de nosotros mismos. Hemos creado de la propia existencia un sufrimiento, es doloroso vivir. Concebidos entre gritos y orgasmos, nacidos entre gritos y sudores, dormidos entre gritos y llantos, crecidos entre gritos y risas, madurados entre gritos y rabias, muertos entre gritos y silencios.
Tratamos de seguir adelante sintiendo el frío vacío de nuevo, una y otra vez, estamos solos, no queda nadie excepto uno mismo, ni quien te espera en casa, ni quien te escribe, ni quien te hace esa llamada inesperada porque sabe que odias lo previsible, ni cuando sales de tu refugio... ¿Qué ves? Un conjunto de individuos con apariencia humana que en verdad son tan torturadores como tú y como yo. Vivimos en una sociedad reprimida, oprimida por sus iguales, cabreada, frustrada. Joder, siempre va a haber algo que no nos guste, algo que nos pudra el alma, algo con lo que se nos salten las lágrimas, pero, para qué, ¿para disfrutar de una efímera vida en la que está socialmente mal visto que uno propio decida su duración?¿para aprovechar ese tiempo? ¿cómo? Dicen que el dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional, y, cómo no, discrepo. Estamos predeterminados a encajar los acontecimientos de una manera única, influida por la genética, el ambiente de desarrollo, los círculos actuales, la personalidad forjada y no copiada. Además, verdaderamente te atreves a decir que cuando vas al supermercado y pillas un litro de leche de vaca, ¿osas a decir que no ha sufrido? Que ha estado sometida, violada e inseminada artificialmente, arrebatada de su hijo, y robada para que te den sus fluidos empaquetados y, ¿no le duele? Igual con la industria cárnica, ovípara, pescadera, lanera, peletera, etc. Ahí es imposible que pueda optar por el dolor, por sufrir mucho más que el malestar físico, el arrancarte a tu hijo, ¿hay mayor dolor? No es cuestión de perspectivas, es cuestión de posicionarse, abogar por la justicia o por la ausencia de la misma. Es sólo un ejemplo, porque luego, volvemos hacia el Homo sapiens sapiens y, claro, en lugar de avanzar, nos convertimos en máquinas de carne y hueso autodestructivas a modo de bomba, llevándonos a todos los que estén alrededor, arrasando.
Tendemos a hacer sufrir a los que nos apoyan, a los que no nos fallan, a los que, pese a cualquier obstáculo, darían todo por nosotros; pero todo cambia en el momento en el que eso se vuelve insuficiente, en el que te levantas y no ves nada, están, y les das por sentado, el momento llega: empiezas a perderte. Te están lanzando salvavidas y los ves, pero no los reconoces, ¿serán para ti? ¿con todos los que lo pasan mal y se van a parar en ti? ¿a rescatarte a ti? ¿tanto vales? No lo ves. Ellos sí. Por fin, tu cerebro reacciona, alzas un brazo pero, la distancia ya es demasiado grande, no puedes llegar, no das más de ti. Pierdes fuerza, ánimo e incluso ganas de salir de ahí. Lo has convertido en parte de ti, pero estás incómodo en tu nueva zona de confort y, ¿ahora qué?
Sólo hay dos opciones, y están desequilibradas.
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