top of page

Primer día del cambio.

  • -Paula.🐾
  • 13 sept 2016
  • 3 Min. de lectura

Quién me lo diría, por fin.

La alarma y mi madre al mismo tiempo: las 06:30. No puede ser. Conseguí dormirme hará menos de dos horas. Los nervios.

Primer día.

¡Con todo lo que supone!

Estoy loca. Me lo repito una y otra vez. Loca. Loca. Loca. Loca.

Paro. Me miro en el espejo. No hay vuelta atrás. Indago en mi propia mirada, ¿estoy? Wow, no lo sé, pero a ello me dedico: a buscarme y, ahora, a encontrarme. A fuego, tengo que hacerlo.

Vuelvo a organizar todo: vació la bolsa que preparé anoche para volver a guardar todo y re-asegurarme. Me lavo la cara, desayuno, me visto, me lavo los dientes, me maquillo, hago pis y fuera.

Salgo, me pongo mi música: busco paz y hallo ansiedad. Voy camino al bus, lo pierdo ('empezamos bien'). Subo al metro corriendo, ¿llegaré tarde? ¿Y si me pierdo? Chill out, a tiempo. 'Joder' pienso 'martes trece, tan a expensas de este día y acabo de caer, no soy supersticiosa, pero ¿influirá?'. Recuerdo una canción de un dúo que solía escuchar que sacaron una que así se llamaba: 'Martes 13', busco la letra y sonrío irónica al identificarme tanto: 'lo dejé y volví a caer varias veces', 'gran error el juzgar sin conocer', 'si el odio es tu abogado y la ignorancia el juez', 'sólo tengo claro lo que no quiero hacer'... Dejo el móvil, trato de leer el último libro que me regaló mi madre. Nada. No me concentro. Quiero llorar.

Mi parada: Plaza de Castilla.

Respiro. Mi Pepito Grillo chillándome que haga la respiración cuadrada. No me funciona ahora, estoy demasiado alterada.

Salgo del metro, llego a la puerta del centro, miro la hora y ¡¿CÓMO?! Faltan cuarenta minutos para entrar. Veo que están todos reencontrándose con sus amigos, después del verano, aunque se vieran hace dos días, siempre emociona. Agarro mis cosas, voy dentro, pregunto, doy vueltas, hablo por teléfono, no sé qué hacer. Ya está. Me lo temía. Sola. Al fin, el momento de la reunión: al salón de actos. Se presentan. No me quedo con ningún nombre, clásico en mí. Voy hacia la clase hablando con la que parece que es mi tutora.

[Abuelo, no puedo dejar de pensar en ti. Estoy aquí gracias a ti.]

Llegamos a clase. No me lo puedo creer, nos sentamos por parejas y todos los sitios pegados a las paredes están ocupados: 'mierda', se me escapa entre los labios. Siento que todos me miran, me está dando una taquicardia. Me dirijo a uno de los sitios vacíos. No me sentaba tan céntrica desde hacía años.

Estoy flipando, hay muy buena vibra entre todos, nadie se queja, no hay malas miradas ni hay caras de asco, no hay pullitas, no hay incomodidades. Acaba de entrar un chaval y se sienta a mi lado, habla con todo el mundo y es muy agradable. Suplico para mis adentros que todos sean así, y no quepo en mí de felicidad: son así. No hay mal. Jamás lo hubiera imaginado. Claro, tampoco estoy acostumbrada a ello. Se queda conmigo hasta el final del día de presentación, se acerca otro grupo de personas y me hacen un tour por la escuela. Estoy histérica y voy tropezándome sin cesar, pero qué es esto, no consigo dar dos pasos bien.

Salimos todos, y no entiendo qué está pasando, todos de risas, de colegueo, todos (¿)bien(?). Nos quedamos en la puerta para que saluden al resto y me presenten ante miradas curiosas de 'oh, una nueva en 2º de bachillerato'. Nos dirigimos en masa justo hacia el metro que cojo. Estamos un rato hablando, me invitan a comer con ellos y mi piel se eriza de inmediato. Son buena gente. He de negarme, me esperan en casa. Nos despedimos y bajo al andén con un nudo en el estómago: puta tensión.


Llego a mi casa, abro la puerta llorando. Esta vez de emoción. Después de tanto tiempo. De emoción positiva. No consigo controlar la mezcla de sensaciones que está liberando mi cuerpo. Ya era hora. Lo necesitaba. El cambio ha sido positivo, para mí. El miedo sigue. Los nervios también. Pero es distinto. Me hacen sentir bien. Y es algo por lo que siempre les estaré agradecida.

 
 
 

Kommentare


2016, Paula Pérez Rojas. Creado con Wix.com

bottom of page